HISTORIA

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LA SOLIDARIDAD COSTARRICENSE

Nunca me hubiese imaginado que mi primera historia de Costa Rica para el mundo consistiera en documentar la pandemia del coronavirus desde mi perspectiva personal. No me pasó por la mente que estaría contando una historia desde mi país de origen durante los tiempos difíciles de esta crisis global de salud.

Pero sucedió.

Y ahora tengo esta gran responsabilidad profesional y personal de mostrarle al mundo Costa Rica.

Tengo contarle al mundo cómo un país centroamericano miniatura, con una población de solo 5 millones de habitantes, con el cinco porciento de la biodiversidad del mundo, sin un ejército y con una democracia robusta, ha estado fuertemente dependiendo de una de sus principales características: la solidaridad.

Tengo la gran fortuna de compartir con el mundo cómo mi país de origen decidió utilizar la solidaridad a su favor. Tengo bastante suerte de mostrar cómo Costa Rica depende de esto durante un tiempo difícil cuando el “enemigo invisible” conocido como el coronavirus o COVID-19 está haciendo que el mundo se resquebraje.

O tal vez está haciendo que se reconstruya de una manera distinta, aunque quién sabe.

Pero, primero debo devolverme en el tiempo para explicar todo esto. Todo empezó el 11 de marzo: la fecha que sería mi último día en Madison, Wisconsin.

El Aeropuerto Internacional de Chicago O’Hare vacío. | Elizabeth Marie Lang Oreamuno | COVIDA |

Mi viaje de “Spring Break” por nueve días a Costa Rica se convirtió en una estadía de cinco meses en casa con mi familia.

Tenía una leve sospecha que me viaje duraría más de lo esperado, dado que la mañana de ese día UW-Madison había enviado un mensaje de texto declarando que las clases en persona habían sido suspendidas.

Ese día terminé de empacar y tomé el autobús de Madison al aeropuerto Internacional de O’Hare en Chicago. Cuando llegué al aeropuerto fue sorprendente ver a las personas utilizando mascarillas y constantemente desinfectando sus asientos.

Esperé por un rato y después me monté al avión. A la par mía había un muchacho utilizando una mascarilla, guantes y toallas para limpiar su asiento y la mesa del frente. Me quedé viéndolo bastante sorprendida y después continué con mi vuelo.

El hermoso amanecer. | Elizabeth Marie Lang Oreamuno | COVIDA |

Por lo menos pude ver un hermoso amanecer por la ventana en esos momentos tensos. Los colores eran fascinantes y tranquilos.

Después llegué a Fort Lauderdale y continué con mi siguiente vuelo para llegar a casa. Fue un vuelo corto de vuelta a San José, Costa Rica y apenas puse un pie en el suelo sentí cierta calma y tranquilidad de llegar al hogar.

Se sentía como si me hubiese “escapado” antes de que las cosas explotaran en Estados Unidos, pero próximamente todo se pondría más serio en Costa Rica.

Ni me imaginaba que el gobierno costarricense empezaría a implementar medidas estrictas como cerrar bares, restaurantes, escuelas, universidades, templos religiosos, playas, quedarse en casa, el distanciamiento social y decirle a los residentes en Costa Rica que si abandonaban el país automáticamente perderían su estatus de residentes.

Las medidas se pondrían cada vez más estrictas. Esto que quería decir que tendríamos que cambiar nuestros estilos de vidas como una manera de ayudarnos todos y todas, durante un tiempo en el que muchas personas estaban perdiendo sus trabajos rápidamente y donde el turismo, una de las industrias más fuertes del país y de mayores ingresos, estaría completamente apagado.

Fue un cambio muy repentino. Estaba claramente explicado por las autoridades manejando la emergencia, que todo era un acto de solidaridad para ayudarnos los unos a los otros como país. Esto era para evadir saturar el sistema público de salud y disminuir el número de muertes.

Una calle vacía en Barrio Escalante, San José un viernes por la noche. | Elizabeth Marie Lang Oreamuno | COVIDA |

Mientras tanto, en mi vida, los días pasaban y yo tomé provecho de mi “Spring Break” corto sin saber que próximamente tendría que desechar mis proyectos académicos previos en los cuales habría estado trabajando en los últimos tres meses.

Luego, mi descanso terminó y volví a las clases en línea. Recuerdo meterme a la clase de mi asombrosa profesora Pat la primera semana devuelta a clases y ella nos comentaba que podíamos cambiar nuestros enfoques a algo relacionado al coronavirus para nuestras historias del podcast y del documental.

Haciendo la tarea en el techo. | Elizabeth Marie Lang Oreamuno | COVIDA |

Inmediatamente pensé en hacer mis historias sobre el coronavirus en Costa Rica.

De manera impulsiva decidí contar la historia desde mi perspectiva personal porque era lo que tenía sentido en cómo compartir la historia desde Costa Rica.

Pensé en hacer el documental mostrando cómo dos de mis mejores amigos, Daniel Rudín y Jordi Louzao, están viviendo sus vidas durante el coronavirus.

Y también pensé en contactar al Dr. Román Macaya: el Presidente Ejecutivo de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y una de las autoridades principales manejando la emergencia del COVID-19 en Costa Rica.

Pero, nunca pensé que iría a conseguir tan buen material de mis dos amigos y del Dr. Macaya, dado que actualmente tiene su tiempo muy restringido.

Mis amigos Daniel Rudín, Jordi Louzao y yo durante la crisis de salud del coronavirus en Costa Rica. | Elizabeth Marie Lang Oreamuno | COVIDA |

Pero, de alguna manera todo se unió. Mi concepto de COVIDA, una historia multimedia sobre el coronavirus en Costa Rica, dio a luz en cuestión de una semana. El documental lo tenía muy claro desde el principio al igual que el podcast “Sharing the Life” (Compartiendo la vida).

El podcast surgió a partir de mi curiosidad en explorar cómo los periodistas aquí están cubriendo la crisis de salud y cómo esto los o las impacta a un nivel psicológico.

Tuve la gran suerte de tener una rápida respuesta de los periodistas costarricenses Andrea Mora y José Andrés Céspedes, quienes trabajan en DelfinoCR y La Nación, respectivamente.

No había pensado en que estaría haciéndoles preguntas muy personales sobre cómo la crisis los hacer sentir al estar cubriéndola a diario. Por dicha, ambos fueron muy abiertos conmigo al contestar mis preguntas.

Luego, Elvira Yglesias, una psicóloga clínica costarricense, analizó sus respuestas y después el Dr. José Enrique Acuña, un psiquiatra costarricense, me explicó en un plano general las implicaciones psiquiátricas que esto tiene en los y las periodistas.

Al pasar el tiempo, después de transcribir y releer una y otra vez todas estas entrevistas, noté que había un factor común entre todas estas personas. La solidaridad muy enraizada en sus seres era muy evidente.

Tal y cómo el Dr. Román Macaya dijo en el documental COVIDA, “Costa Rica tiene una idiosincrasia propia y la equidad y la solidaridad están muy enraizadas en nuestro ser”.

Este pensamiento de la solidaridad fue una constante a través de este proyecto como la principal motivación de quienes compartieron sus historias.

Mientras entrevistaba a la psicóloga clínica Elvira Yglesias, ella notó que la solidaridad era una de las características principales en nuestra identidad como país.

“En Costa Rica tenemos el valor de la solidaridad que ha sido muy característico de la identidad como país”, me dijo. “De realmente cuidar a los y las demás. Nuestro sistema de salud pública está basado en la solidaridad como valor. Este es un momento donde necesitamos llamar fuertemente ese valor”.

Y ese valor ha estado presente en el día a día en las acciones tanto del sector público como el sector privado en distintas maneras.

Una de esas fue la creación de un programa económico llamado Plan Proteger por parte del gobierno. Este busca proveer un subsidio económico para ayudar a las familias que han perdido sus ingresos a causa del coronavirus.

También estaba presente en el caso del sector privado cuando varios negocios decidieron unir fuerzas con organizaciones sin fines de lucro para donar alimentos a comunidades vulnerables.

Tal fue el caso de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (CADEXCO) e Inchcape Suzuki se unieron para donar alimentos de productores nacionales para la ONG llamada el Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social (SIFAIS), la cual ayuda a la comunidad de La Carpio, uno de los tugurios más grandes de Costa Rica.

Muchos ejemplos como estos abundan durante estos tiempos difíciles, pero uno que es muy claro sin importar del país que se esté hablando, es el de los funcionarios de la salud, quienes están en la primera fila.

En el caso de Costa Rica, el Dr. Macaya los llama como el ejército del país.

“En días pasados he llamado a todos los casi 58,000 funcionarios de la Caja el ejército de Costa Rica”, me dijo en la entrevista para el documental COVIDA.

“Efectivamente nosotros no tenemos un ejército militar, pero sí tenemos un ejército de bien cuya misión es de las más nobles que puede existir, que es: salvar vidas, mejorar la salud de los pacientes y mantener el bienestar de nuestro país”.

VIDEO: Vea cómo los funcionarios de salud del Hospital de Alajuela aplauden para una paciente de COVID-19 saliendo de la UCI. | Vía Delfino.cr |

Con palabras simples como esas, me fue obvio entender que la solidaridad es lo que ha estado haciendo una diferencia en Costa Rica, razón por la cual hemos estado siendo reconocidos a nivel internacional.

Tal fue el caso de BBC News mencionando a Costa Rica como un país en Centro América que tiene la tasa de letalidad más baja en Latinoamérica durante la crisis del coronavirus.

De acuerdo a BBC News, esto podría ser explicado por “un sistema de salud reconocido internacionalmente, marcado por la universalización de la seguridad social en los 70s y que permite a los costarricenses un acceso casi universal a servicios sanitarios”.

También fue el caso en CNN en Español, donde se mencionó que el Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica está desarrollando un tratamiento contra el COVID-19, lo cual es una iniciativa pionera en Latinoamérica dado que es la única institución en la región llevando a cabo este trabajo.

VIDEO: Aprenda sobre cómo el Instituto Clodomiro Picado está desarrollando un tratamiento para el COVID-19. | Vía CNN en Español |

El tratamiento consiste en utilizar el plasma de la sangre de pacientes recuperados para purificar los anticuerpos, separar las proteínas y luego inyectárselas a un paciente de COVID-19.

 

Esta solidaridad ha estado muy presente a través de la emergencia del COVID-19, pero como en cualquier país tiene ciertos fallos y a veces no funciona.

Tal fue el caso del gobierno intentando implementar un impuesto “solidario” a quienes tuviesen salarios de $1,000 al mes hacia arriba. Al pueblo no le agradó y el gobierno se retractó.

Un graffiti en Barrio Escalante, San José. | Elizabeth Marie Lang Oreamuno | COVIDA |

También sucedió en tres casos de pacientes a los que se les fue negada la prueba del COVID-19 en distintas facilidades del sistema de salud pública. Sin embargo, estos casos no son la normas dentro de los pacientes COVID-19 en el país dado que las pruebas son gratuitas.

Pero aparte de eso, ha habido más ejemplos positivos de solidaridad que ejemplos negativos. Esto me hace reflexionar que estoy muy agradecida por mi país. Que no hay ningún otro lugar en el cual me gustaría estar durante estos tiempos difíciles.

También me hace pensar que aunque estemos viviendo en tiempos donde la muerte es constantemente repetida, Costa Rica siempre es pura vida, tal y como siempre decimos aquí.

Me hace reflexionar en lo agradecida y bendecida que soy al vivir aquí, pero también me reafirma lo que había escrito en mi aplicación a UW-Madison, que ser un país pequeño no es limitación para aspirar a hacer grandes hazañas, incluso durante tiempos difíciles.

Y por último, esto también me hace pensar en la frase de Stephen Hawking en La teoría del todo: “Por muy dura que nos parezca la vida, mientras haya vida hay esperanza”.